30 sept 2011

MONTIEL SIN SUERTE EN MADRID

       Viajamos a Madrid con todas las esperanzas del mundo puestas en la novillada de Gabriel Rojas, y la verdad es que la presentación no podía ser mejor para la afición de Madrid, donde mirándoles la cara parecía una auténtica corrida de toros.
    Las esperanzas son una cosa y la cruda realidad es otra, el primero de nuestro paisano FRANCISCO MONTIEL, resultó ser un novillo soso, parado, sin transmisión y escaso de fuerzas y para colmo de males el solito se dio dos espectaculares volteretas que mermaron, aún más, sus facultades, por lo que nuestro paisano no consiguió esa faena deseada aunque si se mostró voluntarioso, lástima que la mala utilización de la espada, que provocó dos avisos del palco le impidieran escuchar la ovación que se merecía por su labor.
      El cuarto de la tarde mostró una mayor movilidad, pero también se paró pronto, y Montiel intentó todo por ambos pitones consiguiendo algunas tandas de muy buena calidad por la derecha y algunos naturales sueltos de bella ejecución, pero como quiera que con sus ganas de agradar al respetable se alargó mucho más de lo aconsejable su faena y volvió de nuevo a estar desacertado con el estoque, comenzaron a sonar los avisos que finalmente impidieron que el novillo que había prendido de gravedad a Antonio Cama, fuese arrastrado por las mulillas.
        Alberto Durán se encontró con otro lote "infumable", estando muy digno ante sus oponentes y con algunos momentos en los que propició de manera suelta, muletazos con gusto.
      El triunfador de la tarde fue Víctor Barrio, que si bien en su primero tampoco encontró material para realizar su obra, en el que cerraba plaza se encontró con el único novillo que se puede destacar de la novillada, y ahora si, Víctor pudo desarrollar la bueno que tiene dentro y consiguió mostrarse como novillero, por las ganas y alegría que puso, y como torero al que le funciona la cabeza, ya que supo sacar todo lo que tenía el novillo, con gusto y haciendo las cosas bien para conseguir pasear una muy merecida oreja.


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