Día 9 de AgostoMADRID
Un cuarto de plaza
Toros de Javier Pérez-Tabernero
- ALFONSO ROMERO.- Palmas y Ovación con saludos
- Alejandro Amaya.- Silencio y Ovación con Saludos
- Antón Cortés.- Silencio y Silencio
Con unas enormes ganas y muy ilusionado se presentó en Madrid el matador de toros Alfonso Romero, allí un buen grupo de murcianos se desplazaron para verle, esperando que al menos uno de los toros de Javier Pérez Tabernero metiese la cabeza y se pudiera ver en la primera plaza del mundo el arte que conocemos de Romero.
El murciano realizó, con diferencia, lo mejor que pudimos ver en una tarde donde inesperamente se presentó un mal invitado: el viento. Un viento que arreció de gran manera cuando Alfonso tenía los trastos en la mano, lo cual unido a su mala fortuna en el sorteo (le tocaron los dos peores del encierro, y no es cosa mía, ya que en el portal de la propia empresa así lo expresa).
Su primero, un toro que manseaba y que lo mismo se quedaba a mitad del embroque que salía por el sitio contrario a donde le indicaba la muleta, fue realmente imposible de sacarle algo bueno, a pesar de ello quedó clara su actitud y el público se lo premio con palmas cuando consiguió terminar con él. En su segundo, que parecía podría ser ese toro que rompiese y se consiguiese meterlo en la muleta, Alfonso brindó al respetable y comenzó con unas series muy toreras, pero el toro al ver como el torero le podía se rajó inmediatamente y fué totamente imposible el sacarle algo más, el público se lo premio con una fuerte ovación que obligó al torero a saludar desde el tercio.
En cuanto a Alejandro Maya, que confirmaba la alternativa, mostró algunos momentos intersantes, pero le faltó poder de verdad a los dos buenos toros que le salieron por chiqueros y que tendrían que haber sido arrastrados sin alguna oreja.
Antón Cortes se encotró con dos toros que manseaban claramente y ante los cuales prácticamente se encontró sin opciones.
En resumen Alfonso Romero se ganó con su esfuerzo y su saber estar el poder pisar nuevamente el coso de Las Ventas, donde esperamos que ese invitado viento no le dé por presentearse.
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