28 sept 2011

"BOLIVIANO" DE SALVADOR DOMECQ INDULTADO EN ABARÁN

CRÓNICA DEL FESTEJO POR JOSÉ FRANCISCO BAYONA.

FERIA DE SAN COSME Y SAN DAMIÁN

Abarán, 27 de septiembre de 2011

Casi lleno. Sol. Buena temperatura. Seis toros de Salvador Domecq. Corrida de preciosas hechuras. El cuarto, ‘Boliviano’ de nombre, número 61, fue indultado.

-El Cid (malva y oro): oreja y dos orejas y rabo simbólicos.

-César Jiménez (pavo y oro): oreja y oreja;

-Cayetano (palo de rosa y azabache): oreja y oreja.

El Cid se encontró con el toro ‘Boliviano’, de Salvador Domecq, y la unión terminó con el triunfo máximo de la Fiesta Nacional: el júbilo de ver a un animal bravo volver al campo para perpetuar su estirpe. El Cid se encontró con el bravo ‘Boliviano’ y, aunque el de Salteras no está en su mejor momento de forma y los lances a pies juntos con los que lo recibió tuvieron mucho de empaque y algo de duda, el toro le cantó que por el pitón izquierdo se deslizaba con entrega, por abajo.
Manuel Jesús terminó de verlo y de confiarse tras el arranque de faena de muleta, en el que le exigió al toro con un trincherazo muy torero aunque, quizás, demasiado poderoso. Perdió las manos el toro, al que le había faltado poder pero no intención al pelear en varas. Y El Cid, entonces, se echó la muleta a la zurda para deletrear el toreo por naturales. Ya sin dudas. Ya todo entrega el sevillano. Ya la muleta puesta a distancia para aguantar la primera arrancada, girar sin perder pasos y dejar la tela muerta en el hocico para ligar los pases sucesivos. Los embroques, entonces, tuvieron pureza y calidad, hubo reunión y hondura en el trazo, sentimiento en el temple. Y a más la faena. En intensidad, en lentitud, en densidad. El Cid desatado en un circular de inmenso remate. El Cid inspirado en el toreo a pies juntos. El Cid sintiéndose en cada muletazo y terminando por romper hacia delante por la mano derecha a un toro que se había resistido un poco por ese lado. El público de Abarán percibió pronto la importancia de la faena y el fondo del toro y se lanzó como loco a pedir el perdón de la vida para el toro. Fue un manicomio la plaza. Y un estallido de alegría cuando el presidente asomó el pañuelo naranja para indultar a ‘Boliviano’.
El gozo de la tarde se remató con la foto de los tres toreros por la puerta grande. Con distintos méritos. Serios los de un rotundo César Jiménez que se impuso con poder a un toro segundo de corrida exigente y muy responsable y vistiendo con lujo el esfuerzo ante un quinto que se defendió con aspereza antes de rajarse. Y mucho más livianos los de un Cayetano espesísimo ante el buen sexto y que pudo dibujar un par de series empacadas con la mano derecha al tercero. A partir de la segunda tanda notable, ni el toro convenció a Cayetano ni tampoco se lo permitió el viento y volvieron las brusquedades a su muleta. Pero llenó la escena con su sola presencia, y eso, en un espectáculo, también cuenta.

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