Si decimos que en la
tarde de hoy ha tenido cristiana sepultura Federico Zapata, pocos son los que
sabrían de quien hablamos, pero si decimos CHARLES a todo el mundo del toro en
Murcia se le pone un nudo en la garganta al acordarse de esta persona tan extraordinaria.
Muchos años han pasado
de aquella época en la cual, siendo un niño, veía a Charles llegar a casa y tras el habitual “chato de vino” y comentar el
último festejo, mi padre le leia la crónica que había realizado para mandar a
ese semanario del que fuera colaborador y automáticamente Charles sacaba una
cajita de cartón donde estaba recortado el espacio justo en el fondo y los negativos correspondientes, los miraba un poco al
trasluz y poniendo la citada caja sobre alguna bombilla, decía: “Pedro esta
puede ser la foto”, lógicamente tenía
que enseñar alguna otra foto, pero llegaban al acuerdo y en prácticamente todos
los casos se mandaba la foto que se había reseñado en primer lugar.
Tiempos totalmente
diferentes a estos, ahora en una corrida de toros te permites disparar ráfagas
de fotos, no te importa si sobrepasas las 200 o 300 en una tarde, no tienes
costo de ningún tipo, en aquellos años el fotógrafo tenía que calcular el
precio del carrete y el precio de los materiales del revelado y sin embargo,
con diez fotos del festejo podías ver auténticas “fotazos”, como han sido
tantas y tantas las realizadas por el maestro Charles.
El crítico taurino y el fotógrafo sabían lo
ocurrido en el ruedo, se conocían plenamente en su manera de pensar sobre los
toros y las fotos complementaban la crónica, desgraciadamente en estos tiempos
de tanta tecnología en muchos medios de comunicación el crítico y el fotógrafo
apenas se conocen, cada uno manda el trabajo por su lado y montan la página con
fotos que nada tienen que ver con lo escrito ¡Cuánto le hubiese costado a
Charles trabajar de esa manera!
Ahora están juntos de
nuevo los dos amigos y ya se ha convertido en un recuerdo, que guardaré toda la
vida, su último abrazo el día que Manolico Guillén presentó su libro sobre la
historia de la plaza de toros de Murcia en el Club Taurino, un abrazo que
siempre estaré convencido de que se lo estaba dando a su amigo Pedro, al tiempo que saludaba a su hijo.
¡Descansa en Paz MAESTRO!
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