Reproducimos el artículo de opinión enviado por el presidente del Club Taurino de Murcia
Me respondo a mí mismo en
el arranque del artículo: no lo tengo claro.
Se ha conocido esta semana
que el Gobierno de la Comunidad Valenciana ha archivado el expediente para
declarar a los toros Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial en su
territorio al no haber encontrado apoyos suficientes en las instituciones consultadas.
Teniendo en cuenta que las entidades a las que se ha requerido opinión son
consultivas y no vinculantes, cabe preguntarse si había voluntad real por parte
del Ejecutivo valenciano de que prosperase su moción. No siguen los vecinos la
estela del Gobierno regional de Murcia, que sí declaró BIC a la Fiesta de los
Toros en febrero de 2011, en una acción valiente y decidida por proteger una de
las más grandes muestras del patrimonio artístico y cultural que tiene este
país.
Este paso en falso puede
generar inquietud, pero menos que el marco general en que se está moviendo
actualmente el devenir de la tauromaquia. Que la Comunidad Valenciana no haya
refrendado públicamente su apoyo a la Fiesta se queda en mera anécdota ante la
inacción y la pasividad del Gobierno de España. Nos adelantaron los franceses,
cuyo Gobierno, entonces todavía presidido por Nicolás Sarkozy, sí consideró que
los toros merecían ser catalogados y protegidos como patrimonio cultural
propio. Sin desmerecer en absoluto a la mucha y buena afición que se concentra
en el país vecino, sobre todo en el sur, ¿no tendría que haber sido nuestro
país el primero en dar el paso?.
En los últimos años está
quedando demostrada la deriva de las acciones a favor de los toros. No hay
contrapeso, o éste no es lo suficientemente contundente como para combatir los
ataques demagógicos que está sufriendo este arte universal que tantas pasiones
levanta en muchos rincones del mundo. No critico la controversia que generan
los toros, porque entiendo que es buena si sirve para mejorar. Sí la maldad de
aquellos comentarios que, en aras de la presunta defensa del animal,
identifican el toreo con una forma de tortura. Y sí la deriva –que es desidia
en algunos casos- de los distintos estamentos taurinos, que son muchos y
conviene recordarlos. La Mesa del Toro, las federaciones de abonados, los
empresarios, los ganaderos, los clubes y peñas taurinas y los propios taurinos
se han limitado, nunca mejor dicho, a ver los toros desde la barrera. Echo de
menos más presencia y una sola voz que sea contundente y demuestre el apoyo sin
fisuras a la Fiesta. Y esa voz debe ser la del Gobierno central.
El letargo ha durado ya demasiado.
Mientras, los movimientos antitaurinos han ido comiendo terreno y, ante el
silencio clamoroso del mundo del toro, han impuesto sus argumentos con la
complicidad en algunos casos de la clase política, como en el caso de Cataluña.
En la Comunidad Valenciana, donde cada provincia tiene Feria taurina propia, no
han sabido o no han querido seguir el camino de la Región de Murcia, de la
Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha, donde también está protegida la
Fiesta. No sé si esto supondrá el fin de la iniciativa, pero queda claro que,
una vez más, han podido otros intereses más allá de los criterios culturales y
artísticos que deben primar para el caso.
Al aficionado, y yo lo
soy, le queda la duda razonable de saber si se está trabajando todo lo posible
por una expresión cultural que han ensalzan y admiran personalidades de todas
las disciplinas artísticas y de otros ámbitos no relacionados con el arte, lo
que la engrandece más. Yo me felicito al ver que mi región sí ha sido capaz de
hacerlo y porque este año esté celebrando el 125º aniversario del Club Taurino
y de la Plaza de Toros de Murcia, dos instituciones que siguen difundiendo y
fomentando esta tradición universal.
Alfonso Avilés
Presidente del Club Taurino de Murcia
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