LOS ACEROS IMPIDIERON ESTA SALIDA A MORANTE
La Plaza de toros de Cehegín ha registrado en esta ocasión un casi lleno en los tendidos para presenciar el festejo de primavera que en el mente del empresario Juan Reverte está el realizarla mientras sea su empresa la que regente el coso ceheginero.
Los toros de Núñez del Cuvillo bien presentados (cinqueños en su mayoría) para la población donde se ha celebrado el festejo han tenido un juego variado que, en líneas generales, han servido para la terna.
Habría plaza Morante de la Puebla que vió como el primero de la tarde se estrellaba contra el burladero partiéndose el pitón, saliendo en su lugar el sobrero. Un toro noble que permitió realizar la faena más artística de la tarde, toreando a "cámara lenta", tanto con el capote como con la muleta y pasándose los pitones muy cerca de manera muy relajada, gustándose a si mismo y por tanto al respetable. Pinchó antes de dejar una estoconazo paseando una oreja, que según nuestro punto de vista podrían haber sido dos.
Nuevamente sacó su esencia de arte en el cuarto de la tarde, pero las condiciones de este no fueron las mismas y su faena fue de altibajos, con momentos cumbres y otros donde se tenía que conformar con intentarlo ante el comportamiento del de Cuvillo. Dejó una estocada entera, pero caída y perdió la puerta grande por el "sainete" con el verduguillo. No obstante el público le obligó a saludar una gran ovación.
El primero del lote de José María Manzanares fue un toro con algunas complicaciones que el de Alicante solventó a base de no darle respiro, teniendo por tanto momentos que quedaron en la retina pero otros donde se tenía que defender. Mató de una sensacional estocada y paseó las dos orejas de "Sinvaina" (la segunda algo generosa).
En el quinto de la tarde vimos al Manzanares por el cual muchos aficionados recorren toda España para verle torear, realizó una auténtica faena, pudiendo a un gran toro y transmitiendo a los aficionados ese sentimiento que el alicantino realiza con tanta calidad y profundidad. Mató de otra buena estocada y paseó con toda justicia las dos orejas de su astado.
Cuando uno está en lo más alto del escalafón no es nunca porque se lo regalen, simplemente es por su disposición y por no dejarse ganar la partida ni por él mismo y eso es lo que le ocurre al peruano Andrés Roca Rey. Toda una lección de "vergüenza torera". Fue bueno el primero de su lote, pero en sus manos resultó aún mejor, supo mandar sin obligar y como no podía ser otro modo, se metió al público en el bolsillo desde el primer momento. Unas chicuelinas en el quite que fueron auténticos carteles de toros. Comenzó su faena a pies juntos y sin moverse ni un milímetro en el albero con pases por ambos pitones para rematarla con manoletinas muy ajustadas, y entre unas y otras naturales y derechazos antológicos. Pinchó antes de dejar una gran estocada y paseó las dos orejas.
Pero Roca Rey tiene que superarse a si mismo todas las tardes, de nada le sirven las faenas que realizaron sus compañeros de terna, él tenía que superar lo realizado al tercero de la tarde y se encontró con un gran toro en el que cerraba plaza. Con el capote enloqueció a los tendidos en quite a base de Chicuelinas y Tafalleras para rematar con una larga cordobesa a una mano. Con la franela pisó terrenos increíbles, cuando parecía que le ofrecía la muleta para dar un derechazo, en el último instante se lo pasaba por la espalda, unos naturales que parecían carteles de toros y un arrimón final de los de poner en tensión a toda la plaza, jugándosela de verdad sin engaños de ningún tipo y ganándole la partida al de Cuvillo y consiguiendo poner al público en pie al grito de ¡Torero!. Estoconazo y paseó las dos orejas y el rabo. El público se entregó tanto al torero que se olvidó de solicitar la vuelta al ruedo que se merecía el toro.
En resumen: Una excelente tarde de toros en Cehegín.
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