27 jun 2015

GRAN JORNADA DE TENTADERO CON EL HIERRO DE ANA ROMERO



    Hemos tenido la suerte de poder estar presentes este viernes en un magnífico tentadero en la finca "La Cobatilla" sita en Alcalá de los Gazules (Cádiz), donde pastan las reses que lucen el hierro de Ana Romero, un largo viaje del que nunca nos podremos arrepentir, ya que sinceramente ha merecido la pena esa "paliza" de kilómetros para disfrutar de un día inolvidable.

   Antes de nada, queremos dar nuestras más sinceras gracias a Lucas Carrasco, representante del hierro de Ana Romero, por el trato que una vez más nos ha dispensado en su casa. Un Lucas Carrasco que durante el tentadero está totalmente pendiente de cuanto acontece, exigente total con dejar que se vean bien las vacas, que muestren sus defectos y sus virtudes, para una vez dicho "vista" dejar disfrutar y expresarse taurinamente al torero que tiene delante.

     Fueron un total de ocho vacas las que se repartieron a partes iguales Alfonso Romero, Paulita, José Manuel y Jorge Cordones, un lago tentadero de los que muy, muy raramente se realizan en la ganadería de Ana Romero y que en esta ocasión como muestra de amistad real quiso realizar el ganadero.

    Un año ha transcurrido desde la última vez que el matador de toros Alfonso Romero, por decisión propia, se ponía delante de unos pitones por última vez, (precisamente en esta ganadería) desde entonces sólo ha cogido el capote y una muleta dos veces la semana pasada para verse a si mismo y tenemos que confesar que se mostró ante sus vacas como si torease todas las semanas, dejaba a las vacas en el sitio, les daba su tiempo, luego las embarcaba sin obligarles para poco a poco sacarle a cada una todo lo que tenía dentro. La primera más exigente y con la cual él disfrutó (según sus propias palabras) y otra, hija de Favorito, muy noble con la que disfrutamos de verdad todos los presentes, al ver como sigue intacto ese "aroma" de su toreo serio.

   Conocedores del buen toreo de "Paulita" no nos pudo sorprender la armonía  que tiene con el capote ni tampoco su clase y pureza con la muleta. Puesto en ferias como la de Pamplona se muestra en una posición donde en cualquier momento puede meterse en ese grupo de los que están toreando casi todos los días. Es de los que realmente lo tendría merecido. El disfrutó delante de las dos vacas y nosotros disfrutamos de verle como alargaba la mano y con la suavidad con la que corregía los problemas que presentaba la lídia.

   El novillero de Murcia José Manuel se mostró valiente con los serios problemas que le presentó una de las vacas, supo aguantarla y no dar el paso atrás, con la otra se acopló mucho mejor, ya que tenía más calidad y se mostró con el corte torero que le gusta disfrutando en todo momento, al tiempo que nos alimentó a los que le conocemos, esa esperanza en verle llegar en un futuro no muy lejano.

    Lo tenía difícil conmigo Jorge Cordones en esta primera vez que le he visto delante de unos pitones y saben bien quienes me conocen, que me gusta diferenciar mucho la amistad de la información taurina, siendo posiblemente más exigente con aquellos a los que estimo, como es en este caso. Y la verdad que me gustó su concepto del toreo, mostró su propia personalidad en las dos vacas, bajó la mano en su momento y supo corregir de manera inmediata cada vez que se le indicaba, además no recaer nuevamente en el error. Dejó ver bien a las dos vacas y sólo cuando el ganadero le indicó que estaban vistas se puso a torear para lucirse a si mismo, gustándose en algunos momentos y llegando a los tocar los sentimientos de los presentes.

  No podemos terminar esta nota sin felicitar a la grandeza del toreo, ya que cuando un torero - en este caso novillero - está delante del toro, lo más grande que tiene este mundo es ver como los matadores de toros, esos profesionales que por su experiencia conocen mucho más que los que sueñan con tomar la alternativa, les están dado consejos, le explican cómo se puede conseguir ese muletazo más largo y más templado, como evitar que se cuele el animal... y todo ello dicho con el corazón, tal y como ocurrió en este tentadero.

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