Un auténtico desastre de público lo ocurrido en el festejo de rejones que se ha celebrado en Fortuna. No nos atrevemos a indicar el número, pero en cualquier boda son más los invitados que los que pasaron por taquilla en esta bella población murciana.
Esto, lógicamente, influye en el ánimo de los propios espectadores- que se mostraron fríos en todo momento- y de los propios rejoneadores que no se sienten arropados.
Abrió cartel Eduardo Vega, que se encontró en primer lugar con un novillo con mucha movilidad, pero que cortaba en las embestidas, tal y como le ocurrió en el primer envite, donde se cruzó por debajo del caballo, no produciendo un desastre de puro milagro, dando impresión de mucha nobleza pero con un peligro sordo que el de Molina entendió desde el principio poniendo muchas ganas y queriendo hacer las cosas bien. Pudo fácilmente haber paseado algún trofeo, pero no fue su tarde con el rejón de muerte y el público se enfrió, aun más, teniendo que conformarse con una ovación. En el segundo de su lote la mala suerte se cebó con Eduardo y en el primer rejón el novillo se salió de la trayectoria en el último momento y el rejón le atravesó el pulmón, siendo ya totalmente imposible el intentar nada. Escuchó otra ovación de respeto por parte de los asistentes.
A Navarro Orenes le tocó en primer lugar un novillo que se emplazó en el centro del anillo, que además difícilmente acudía a la cabalgadura. Duro el trabajo que realizó el torero a caballo para intentar el lucimiento, que consiguió en algunos momentos a fuerza de empeño. Tras no estar demasiado acertado con el verduguillo, paseo una oreja. En el que cerraba plaza, ya prácticamente sin luz, mostró el rejoneador mucho empeño, tanto por conseguir hacer las cosas bien, como por animar al respetable, consiguiendo al final cortar otra oreja.
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