La segunda vaquilla que regaló Andrés Moreno a los alumnos de la Escuela, resultó sensacional. Si no la dejó para madre será por otros motivos , pero se arrancó al caballo cuatro veces, la última desde la otra punta del ruedo y embistió con nobleza y prontitud durante más de media hora, incontables los muletazos que se le dieron y ella seguía buscando el engaño como si fuese el primero.
La suerte para torearla le correspondió a Samuel Rodríguez, Fernández de la Torre, José Soler y Antonio Aroca, sumándose por orden del director de la Escuela José Nicolás en los últimos muletazos.
Tratándose de un tentadero y al mismo tiempo clase para los alumnos, no es el momento de comentar sus actuaciones, aunque si tengo que decir que los buenos toros descubren a los malos toreros y asegurar que la calidad de la vaquilla no descubrió en este sentido a ninguno de los que se puso delante. Alguno me sorprendió por el avance que mostró, otro me sorprendió muy gratamente en la primera vez que le veo delante de un animal y otros mostraron muy buen gusto, temple y ganas de seguir progresando. Personalmente disfruté viendo a la vaquilla y viendo a los alumnos.
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