8 feb 2009

Festival en el Jimenado

Cuando Apolo venció a Eolo
Eolo, aquel dios al que el gran Zeus le dio el poder de controlar los vientos, que mantenía atados y los liberaba cuando le venia en gana para generar desastres, parecía durante la mañana del día 7 de febrero que conseguíria sus propositos e impediría que se celebrase el festival benéfico que estaba progrado en El Jimenado, ganando la primera de las batallas y consiguiendo que se aplazase a la muy taurina hora de las cinco de la tarde.

A esa hora entró en batalla Apolo, dios de las Artes y con la inestimable ayuda de Javier Conde y Alfonso Romero, le plantaron cara y aún teniéndole delante en el redondel, consiguieron finalmente el triunfo de Apolo.

En condiciones normales, Eolo lo sabe, si un torero de la categoría de los dos citados, se la "tiene que jugar" solo por dinero, la batalla habría sido suya, pero cuando se "se la juegan" por los demás, por aquellas personas que tanta ayudan necesitan, la victoria de Apolo está asegurada.

Para conseguir esto solo se precisa de algo tan sencillo, en quienes tienen un gran sentido de la solidaridad, como olvidarse de uno mismo. En esto los toreros, y el mundo del toro,ganan siempre las batallas al resto de los distintos profesionales (¿Cuantos festivales se celebran en España con fines benéficos?). Y digo sinceramente lo de "el mundo del toro", porque no solo los toreros (parte fundamental e imprescindible) decidieron "tirar la pata p'alante", sino que la veterinaria, los picadores, subalternos, médico, ambulancia, mulilleros, cuadra de picar, periodistas,... todos dieron su conformidad a pasar el festejo a la tarde. Sin olvidar, por supuesto esa hermosa guitarra y ese gran cantaor que nos pusieron los pelos de punta al escucharlos - y es que Apolo, es igualmente el dios de la música-.

¿Qué sucedió por la tarde?

- Qué vimos a un Javier Conde que en esos instantes que Eolo se quedaba entusiasmado viendo lo que realizaba, nos enseñaba unos naturales desde delante a detras de la cadera, lentos y templados unos recortes como solo un artista de su categoría es capaz de dibujar. Vimos a un Alfonso Romero aprovechando esos instantes con una elegancia y temple como solo él realiza y un público, que un año más disfrutó en El Jimenado, al tiempo que ayuda a Malí.
Para mí mucho más de lo que se puede ver en otros festejos, ya que cuando acudo a un plaza de toros, después de pasar una hora siempre me pregunto lo mismo ¿Qué te ha quedado de esta tarde?
Sinceramente mi contestación ha sido MUCHO, grandes muletazos de los dos, momentos que pasarán los años y me seguiré acordardo. ¿Se puede pedir más?
GRACIAS MAESTROS

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